Un coeficiente de caja del 100%, solo comportaría que los depósitos a la vista, como ya sucedía, cuando los tipos de interés del BCE eran negativos, que se coloquen en el mercado monetario. Y los pánicos también se produzcan, cuando se pierda la confianza en los títulos
Hayek me parece uno de los grandes
economistas de la historia. Si te fijas, en las FAQs del blog incluso
le citamos. Mises siempre me ha resultado mucho menos interesante.
Ademas, a nivel personal, muchos de los que le conocieron coinciden en
que era un poco “insufrible”, tanto que llego a pelearse con Hayek por
parecerle que Hayek era demasiado poco liberal.
La teoria austriaca del ciclo tiene bastantes problemas. El primero, y
para mi fundamental, es que cuantitativamente no funciona. Cuando uno
mira datos de alargamiento o acortamiento de estructuras de produccion,
los cambios observados son demasiado reducidos para darnos ciclos como
los que necesitamos. Esto a los austriacos les importa poco porque
para ellos el uso de metodos estadisticos es incorrecto, pero la
inmensa mayoria de los economistas no aceptan esta posicion. Cuando yo
estaba en el doctorado intente escribir un modelo formal de ciclo de
inspiracion austriaca y termine tirando el paper a la papelera porque
aquello no funcionaba. El segundo problema es que los problemas de
reajuste que segun la teoria austriaca explicarian la recesion tambien
deberian causar problemas en una expansion, lo cual obliga a introducir
una asimetria en costes de ajuste que es un tanto dificil de
justificar. Hay mas temas pero no me voy a alargar.
Los problemas en el centro de esta crisis de ruptura de la
intermediacion inmobiliaria, de incorrecta valoracion de activos causada
por los famosos global imbalances o de gestion de la innovacion
financiera creo que tienen bastante poco que ver con lo que Hayek tenia
en la cabeza.
Total, merece leer Accion Humana? Yo creo que no. Merece leer a
Hayek? Quizas algo mas pero yo no lo pondria arriba en mi lista.
De entrada, que quede claro que, de
entre los economistas academicos en la corriente principal de la
profesion no vas a encontrar a muchos mas pre-dispuestos a los
Austriacos que yo (tengo una estanteria llena de obras de
Mises, Hayek y demas). Es mas, cuando estaba en la carrera, en mi
segundo anio o asi, probablemente me hubiese definido hasta Austriaco,
aunque luego se me paso el tema.
Hay muchos temas que mencionas y que tampoco voy a entrar, como las
mates o la econometria, pues son unas discusiones que nos llevarian
mucho tiempo (y donde es poco probable que nuestras opiniones cambien),
asi que voy a senialar solo dos cositas:
1) El caracter de Mises. Si, si que es relevante.
Yo no me quejaba de que fuera o no simpatico cuando te lo encontrabas
en el ascensor del departamento. Por “insufrible” me referia a su
actitud como academico: ante la mas minima critica o simplemente la mas
minima opinion ligerisamente diferente que oia, Mises respondia todo
enfadado acusando a la otra persona de socialista y traidor. Por eso,
poco a poco, todos los que le eran cercanos le fueron abandonando hasta
que se quedo solo en Nueva York. Me parece que esta actitud aperece en
toda su obra academica y en en la labor actual del Mises Institute.
Mises no intenta aprender acerca del mundo: el ya lo sabe todo y lo
unico que hace es “predicar.” Pues para religion, me voy el domingo a
Misa, que es mas bonito.
2) Si me parece que Hayek es
uno de los grandes economistas, por que no lo pongo arriba en mi lista
de lecturas? Pues porque como todos los economistas en la corriente
principal de la profesion me parece que leer los clasicos no es la
prioridad numero uno (y de nuevo, esto lo dice alguien al que le
encante leerlos y que tienen la casa llena de libros de economia
clasicos). Hay tantisimo trabajo nuevo y tantas cosas que aprender, que
meterse a profundizar en la Teoria Pura del Capital no es el mejor uso
del tiempo de nadie.
3) Los papers de econometria que enlazas. Aqui
hablo como econometra y no como macro. He mirado tres o cuatro. La
verdad es que, desde el punto de vista meramente tecnico, son peores
que las tesinas que me escriben los estudiantes de Penn en cuarto anio
de la carrera de economia. Sinceramente, no son trabajos muy serios.
- Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/procesos-de-aprendizaje/fernandez-villaverde-me-responde-sobre-los-austriacos/ - Seguir leyendo: https://www.libremercado.com/procesos-de-aprendizaje/fernandez-villaverde-me-responde-sobre-los-austriacos/ Jesús Fernández-Villaverde
- Seguir leyendo:
https://www.libremercado.com/procesos-de-aprendizaje/jesus-fernandez-villaverde-de-nada-es-gratis-sobre-los-austriacos/
- Seguir leyendo:
https://www.libremercado.com/procesos-de-aprendizaje/jesus-fernandez-villaverde-de-nada-es-gratis-sobre-los-austriacos/
vs
Los economistas de la escuela austriaca defienden un coeficiente de caja del 100% lleva a controlar todo el endeudamiento a corto plazo (bancario y no bancario)?
1) Los defensores del coeficiente de caja del 100% aspiran a impedir que la oferta de sustitutos del dinero pueda incrementarse por encima de la oferta de dinero (Principio Monetario de la Escuela Monetaria).
2) un sustituto monetario perfecto es cualquier título de deuda que cotice a la par (o por encima de par) respecto al dinero.
3) El Principio Monetario exige, por tanto, que se requiera un coeficiente de caja del 100% a todo título de deuda a corto plazo que cotice a la par respecto al dinero. Incluyendo la deuda de personas físicas o jurídicas no bancarias.
No solo eso: incluso los sustitutos monetarios no perfectos pueden incrementar la oferta monetaria en circulación. Si los agentes mantienen dinero en sus saldos de tesorería a modo de depósito de valor y esa función de depósito de valor puede ser desempeñada por otros activos financieros (medios de cambio secundarios, en la terminología de Mises), entonces cualquier aumento de la emisión de esos otros activos financieros (por ejemplo, bonos o acciones) a cambio de cualquier otro activo distinto del dinero, llevará a que los agentes económicos puedan gastar o prestar el dinero que hasta entonces mantenían en sus saldos de tesorería como depósito de valor. Y esto generará, para los defensores del coeficiente de caja de 100%, una alteración de los precios relativos y de los tipos de interés.
Esto no es ninguna mala interpretación de la posición del Principio Monetario (coeficiente de caja del 100%). Es exactamente lo que defendía Henry Simons: prohibir toda deuda a corto plazo susceptible de ser usada como depósito de valor (incluyendo las ventas a plazo de las grandes empresas).
La cuestión por tanto es: ¿los defensores del coeficiente de caja del 100% están dispuestos a defender que todo título de deuda privada a corto plazo (bancaria o no bancaria) ha de estar respaldada al 100% por dinero o permitirán que se sigan creando netamente sustitutos monetarios fuera del circuito bancario (o dentro del circuito bancario: por ejemplo, depósitos a plazo de 1 día)?
https://amartinoro.wordpress.com/2010/01/10/econometria-y-escuela-austriaca-parte-1/
https://amartinoro.wordpress.com/2010/01/12/econometria-y-herramientas-cuantitativas-y-escuela-austriaca-parte-2/
VS
https://nadaesgratis.es/lecturas-2/recomendaciones-o-no-de-lectura-la-economia-desenmascarada
Vs
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2020/12/lss-teorias-economicas-que-parte-de-las.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2022/10/economia-y-matematicas-luis-corchon-diaz.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2022/11/que-no-te-enganen.html
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2022/11/el-negacionismo-economico-un-manifiesto.html
Von Mises cree poder deducir muchas cosas del hecho que consiste en
que las personas procedemos de manera consciente y deliberada, sea esta
fruto de una clara deliberación o de recuerdos olvidados y deseos
reprimidos (son expresiones suyas, influenciado como estaba por las
teorías freudianas).
Este
es el argumento que hace Mises para mostrar que pensando
apriorísticamente y sin empiria puede tener un conocimiento preciso y
verdadero de la realidad:
El objeto específico de la praxeología, es decir, la acción
humana, brota de la misma fuente donde nace el razonamiento. Actuación y
raciocinio constituyen realidades cogenéricas y similares; cabría,
incluso, considerarlas como dos manifestaciones distintas de una misma
cosa. Por cuanto la acción es fruto del raciocinio, resulta que éste
puede descubrir la íntima condición de aquélla. Los teoremas que el
recto razonamiento praxeológico llega a formular no sólo son
absolutamente ciertos e irrefutables, al modo de los teoremas
matemáticos, sino que también reflejan la íntima realidad de la acción,
con el rigor de su apodíctica certeza e irrefutabilídad, tal como ésta,
efectivamente, se produce en el mundo y en la historia. La praxeología
proporciona conocimiento preciso y verdadero de la realidad.
No, Mises, del hecho de que la acción humana sea producto del
raciocinio no se deduce que el raciocinio pueda estudiar la acción
humana de manera certera e irrefutable. Eso te pasa por razonar por
analogía y huir de los modelos formales. Le pasarán cosas parecidas a lo
largo del libro, como le pasan a sus defensores actuales. Veamos cómo
razonan en el Mises Institute sobre el uso de las matemáticas frente al lenguaje normal:
Considérese, por ejemplo, las proposiciones (2) A un precio mayor
corresponde una menor (o, por lo menos, no mayor) demanda. (2´) Si p
denota el precio de un bien y q su demanda, entonces q = f(p) y dq/dp =
f' (p) ≤ 0. Aquellos que encuentran la fórmula (2´) más precisa o “más
matemática” que la frase (2) caen en un uno completo error … la única
diferencia entre (2) y (2´) es esta: como (2') se limita a funciones
diferenciables y cuyas gráficas, por tanto, tienen tangentes … la frase
(2) es más general, pero de ninguna manera es menos precisa: tiene la
misma precisión que (2´).
Para empezar, en matemáticas se puede expresar que a un precio más
alto corresponde una demanda menor sin restringirse a funciones
diferenciables (por ejemplo, con correspondencias no necesariamente
continuas) y tener la generalidad que quiere el redactor del párrafo
anterior. El uso de conceptos más restringidos (que el redactor parece
confundir con pretensiones de precisión) simplemente permite tener
modelos más manejables, aunque simplificados. Para seguir, el hecho de
que una relación se pueda expresar en lenguaje llano y seguirle la pista
durante un pequeño razonamiento no implica que todo se pueda hacer así.
Por continuar con el ejemplo del párrafo anterior, será muy difícil
seguir la pista a un razonamiento que distinga la función de demanda
marshaliana de la hicksiana e intente sacar conclusiones acerca de las
consecuencias de ayudar a un consumidor según distintos mecanismos de
ayuda.
Los austriacos han oído, por supuesto, este argumento. He aquí cómo lo desdeñan en el Mises Institute:
A menudo se dice que la traducción de un concepto … del lenguaje
ordinario al matemático lleva a una mayor precisión lógica del concepto y
a mayores oportunidades de uso. Pero la falta de precisión matemática
en el lenguaje ordinario refleja precisamente el comportamiento de los
seres humanos en el mundo real…
Has leído bien, querido lector: está diciendo que quien quiera
estudiar una realidad imprecisa debe usar un lenguaje también impreciso.
Razonamiento ninguno, otra vez hay discurso por analogía. Y todos estos
errores de razonamiento son antes de empezar a hablar de economía.
En la historia del pensamiento económico ha habido varios intentos de
encontrar la coherencia interna de teorías verbales y siempre se han
encontrado problemas con la teoría. Sucede con El Capital de Marx, que
se ha mostrado incoherente
(las conclusiones no se siguen de los postulados); con la Teoría
General de Keynes, cuya modelización es controvertida (el propio Hicks no estaba satisfecho con
su modelo IS-LM), y con la Teoría Austriaca de los Ciclos Económicos,
que se ha encontrado tan falta de contenido que la mejor aproximación
formal conseguida necesita supuestos ad hoc completamente arbitrarios (aquí
se puede ver la explicación de Roger Garrison, donde el lector riguroso
apreciará cómo cada función en cada gráfico y cada comportamiento se
supone sin deducir de ningún modelo de equilibrio general, p.e.). Lo
curioso es que, además de todo eso, la teoría de los ciclos económicos
austriaca no se ha deducido ni remotamente a partir del axioma de la
acción humana.
Esta enemistad con los modelos formales y el recurso a la dialéctica,
la retórica, la apelación a intuiciones y, en el caso de los
austriacos, a la praxeología, podrá justificarse de la manera que cada
uno quiera, pero en la práctica lo que hace es dar rienda suelta a que
cualquiera, apelando a la simpatía que generan los rebeldes, se haga
llamar heterodoxo y reivindique un lugar en igualdad de condiciones a
los que sí se molestan en detectar incoherencias internas en sus
modelos, supuestos mejores, y evidencias empíricas. Y con matemáticas,
claro.
Aclaración: Siempre que toco estos temas me dicen que hay
austriacos que no usan la praxeología implicando no sé muy bien qué
cosa. Sobre este asunto, léase mi entrada anterior sobre las escuelas de pensamiento económico.
https://nadaesgratis.es/jose-luis-ferreira/de-los-malos-axiomas-austriacos
Economics is what economists do”. Esta perogrullada se le atribuye a Jacob Viner
y es, en esencia, un reconocimiento de lo difícil que resulta delimitar
los temas de estudio y las metodologías utilizadas en esa área de
conocimiento. Sin embargo, como referencia epistemológica no es muy
útil: ¿Quiénes son “los economistas”? ¿Están haciendo lo que deberían
hacer?.
Los "economistas que hacen Economía" suelen dedicar poco esfuerzo a
explicar lo que hacen y no son especialmente hábiles en dicha tarea. En
nuestro país la confusión es aun mayor porque, a pesar de ser una
profesión muy denostada, ocurre con demasiada frecuencia que en debates
públicos aparece “un economista” que se arroga de la capacidad de
presentar las principales conclusiones de la ciencia económica sobre las
cuestiones a tratar, si bien en la mayoría de los casos se trata de
personajes que no ejercen realmente tal profesión. Por ello, resulta más
fácil contestar las preguntas anteriores en un sentido negativo (y, en
parte, complementario al de la entrada reciente de Libertad sobre la influencia práctica de la investigación en economía y a la de Santiago sobre el libro Economic Rules de Dani Rodrik).
A tal fin, resulta conveniente definir un nuevo término (que quizá
debería ser considerado para su inclusión en una nueva edición del DRAE):
“Econopatías”: Enfermedades que
sufren los economistas (y los que pretenden pasar por serlo) en el
ejercicio de su profesión. Lo que hacen los economistas (y los que
pretenden pasar por serlo) cuando dicen que están haciendo Economía pero
en realidad están haciendo otras cosas.
Estoy entre los que piensan que en Economía, como en cualquier otra
disciplina científica, solo hay dos tipos de análisis: el que se hace
bien y el que se hace mal. Y el malo es especialmente perjudicial
porque, además de conducir a conclusiones erróneas, obliga a que haya
que dedicar tiempo y esfuerzo a desterrar ideas preconcebidas y
equivocadas, y no tanto a objetivos más loables. Por eso creo que hay
algo de valor en la catalogación de “econopatías”.
Algunos síntomas...
Muchas enfermedades están causadas por el exceso o el defecto de
algún elemento químico. Las “econopatías” también se detectan por
excesos o por defectos:
1. El excesivo recurso a los planteamientos morales e ideológicos. La
economía nace de la filosofía moral. Los “economistas clásicos” (Adam
Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, Karl Marx,…) se preocupaban por
cuestiones generales tales como las fuentes de la riqueza de las
naciones, la distribución de la renta, la inestabilidad del sistema
capitalista, el papel del Estado en una economía de libre mercado. La
economía moderna es mucho más empírica y pragmática. Ahora se trata de
encontrar relaciones económicas reconociendo que el contexto importa
(los mercados funcionan en determinadas situaciones, pero no en otras;
el Estado puede mejorar la asignación de recursos, resolver
imperfecciones de mercado y mejorar la distribución de la renta y de la
riqueza a veces, pero no siempre; etc). El trabajo actual de los
economistas es entender el contexto, confirmar relaciones económicas
conocidas y descubrir otras nuevas, demostrar cuáles son las razones por
las que estas relaciones se manifiestan de una manera o de otra e
identificar las condiciones bajo las cuales medidas de política
económica u otro tipo de perturbaciones tienen los efectos que se les
presumen. En Economía no hay verdades absolutas ni un único modelo que
pueda explicarlo todo, en todo lugar y en cualquier momento histórico.
1’. La despreocupación por las cuestiones morales. La
economía es una ciencia moral. La función principal del economista
debería ser ayudar a construir una sociedad y un orden internacional
mejores. Eso no se puede hacer obviando cuestiones de justicia social.
La metodología individualista, que concibe la sociedad como la suma de
individuos que persiguen su propio interés, algunos con éxito, otros sin
él, y que no reconocen ningún propósito o responsabilidad común, no
sirve para cumplir esa función. El ser humano es un “animal social”.
Poner en primer lugar la defensa de los derechos y libertades
individuales, confiando en que los asuntos socioeconómicos serán
resueltos por la “mano invisible”
de Adam Smith, puede estar justificado por dogmas de carácter
cuasi-religioso, no por lo que enseña la economía moderna. También es
fruto de uno de esos dogmas la concepción de la sociedad como un
individuo a escala gigante con sus propios objetivos y preferencias, sin
darse cuenta de que las personas tienen aspiraciones distintas que
hacen que los conflictos sean inevitables.
2. El desdén por el método científico. Como sostiene Javier Sampedro (aquí): “El objetivo de la ciencia es entender el mundo: una locura. Y el método en su locura es tomar datos e interpretarlos bien”.
Dado que la economía es una ciencia empírica y contextual, su
dependencia del análisis de datos en lugares y momentos históricos
diferentes es todavía mayor que la de otras ciencias. Y la
interpretación de los datos requiere de una lógica y una disciplina que
solo los instrumentos cuantitativos pueden garantizar. Los que
desprecian los datos y no se someten a la disciplina de estos métodos
representan lo mismo que los homeópatas en la medicina.
2’. La concentración en los desarrollos técnicos. También
ocurre que algunos olvidan el objetivo final de producir conocimiento
útil sobre cuestiones económicas y acaban convirtiéndose en esclavos de
determinadas metodologías, que siendo necesarias, no pueden sustituir
completamente a la elaboración de teorías y a la colección e
interpretación de datos tomados de la realidad. Tal es el caso, por
ejemplo, del excesivo predominio en macroeconomía de la calibración de modelos dinámicos y estocásticos de equilibrio general
(DSGEs). Ahora parece que cualquier nuevo resultado macroeconómico debe
ser formulado en el contexto de un modelo DSGE, aunque el mecanismo en
cuestión no tenga componentes dinámicos ni estocásticos, o lo que pueda
aportar el análisis de equilibrio general sea irrelevante. Algo parecido
está ocurriendo también el campo de la Economía Laboral, casi
completamente conquistada por la obsesión por los “experimentos”
(naturales o controlados). Si bien resulta necesario identificar
relaciones de causalidad de forma más creíble que lo que se puede hacer
con datos del mundo real, en demasiadas ocasiones los resultados de
dichos experimentos son irrelevantes desde el punto de vista económico.
Se puede hacer Economía mediante ejercicios de naturaleza exclusivamente
computacional, estadística o experimental, pero no solo haciendo esos
ejercicios. Con algunos de mis colegas mas jóvenes (y más proclives al
deslumbramiento técnico) suelo bromear diciéndoles: “Los economistas de verdad no simulan”.
3. El apego a las sabidurías convencionales. Tanto en el
mundo académico como en el análisis económico que tiene lugar en
organismos económicos, hay un excesivo dominio de ideas poco originales y
acomodaticias que se fundamentan en la costumbre. La principal labor de
los economistas que se dedican al análisis y a la investigación, al
igual que la de cualquier científico, debería ser retar a la sabiduría
convencional, especialmente cuando interactúan con los organismos que
suelen pecar de un exceso de conservadurismo en dichas tareas,
3’. La heterodoxia indocumentada. En determinados ámbitos la
simple mención al análisis económico levanta salpullidos. Por
principio, se niega cualquier posibilidad de entender el complejo mundo
real mediante la abstracción, la simplificación y el análisis de datos
estadísticos. Así, en esos ámbitos predominan las ideas supuestamente
alternativas pero que en realidad solo son incoherencias lógicas sin
ninguna base en la evidencia empírica. Siendo la Economía una ciencia
contextual y empírica, es imprescindible el contraste continuo de
teorías, datos, y resultados existentes y la producción de otros nuevos
que contradigan a las sabidurías convencionales. Pero esto solo se puede
hacer con un entendimiento profundo de las teorías y de los resultados
existentes. La heterodoxia solo es útil cuando nace del profundo
conocimiento de la ortodoxia. Si tiene cualquier otro origen o
justificación, no es heterodoxia, es ignorancia.
y algunas de sus manifestaciones más peligrosas
Tengo la impresión (¿o es una obsesión?) de que en nuestro país se le
otorga demasiado predicamento a opiniones sobre cuestiones económicas
que son resultado de "econopatías" que tienen algunos de los síntomas
anteriores, no de las verdaderas enseñanzas de la Economía. Por ejemplo,
el excesivo recurso a los planteamientos morales e ideológicos, el
desdén por el método científico, y la heterodoxia indocumentada se
observan tanto en las escuelas de pensamiento alineadas con el
liberalismo libertario como en las que siguen las doctrinas
marxistas-anticapitalistas. Así, proliferan la fiebre liberal austríaca y la vigorexia radical, que solo se distinguen por los dogmas cuasi-religiosos que causan a cada una de ellas. También hay demasiados ejemplos de la enfermedad del Gran Hombre y del divismo sobrevenido,
que llevan a que personajes ilustres (o no), por razones de cargo o de
reconocimiento profesional en el campo de la Economía o en cualquier
otro (o no), se lancen a sostener opiniones económicas basadas en las
sabidurías convencionales o en las heterodoxias indocumentadas, y no
tanto en la reflexión y el estudio del tema en cuestión. Afecciones
parecidas son los síndromes corporativos, causados por un
excesivo aprecio de las sabidurías convencionales vigentes en la
escuelas de pensamiento, cuerpos o instituciones a las que demasiados
"economistas" están adscritos.
https://nadaesgratis.es/juan-francisco-jimeno/econopatias
Milton Friedman dijo en su día que la inflación es siempre y en todo
lugar un fenómeno monetario, generado por un exceso de oferta de dinero.
Pero las últimas décadas han enterrado esta afirmación. En los años
posteriores a la Gran Recesión, entre 2008 y 2016, el balance del BCE
aumentó un 100%, y a pesar de ello no vimos crecimientos significativos
de la inflación. Más bien al contrario, durante este periodo asistimos a
una preocupante deflación que aquella política monetaria —fuertemente
expansiva— no consiguió evitar,
https://cincodias.elpais.com/economia/2024-03-28/readaptacion-monetaria.html#
https://2enfoques.blogspot.com/2024/03/la-inflacion-debe-mantenerse-al-0-al-1.html
https://2enfoques.blogspot.com/2024/03/porque-no-existio-la-inflacion-en-la.html
Teorias caducas?
https://brujulaeconomica.blogspot.com/2020/12/lss-teorias-economicas-que-parte-de-las.html
¿Es la escuela austriaca una pseudociencia? Juzgue usted (1)
El pasado lunes 2 de diciembre salió en Tercera Cultura una referencia a mi libro Economía y Pseudociencia con
varios extractos.
Uno de ellos se refería a la escuela austriaca de economía. En él se
hacían varias preguntas pertinentes para saber si tal escuela es o no
pseudocientífica. A estas preguntas responde Juan Ramón Rallo en su
blog.
Parece satisfacer a los austriacos, pero miremos bien qué se pregunta y
qué se responde. Hoy comentaré sobre las tres primeras preguntas y en
una entrada posterior continuaré con el resto:
¿Dónde están los avances de esta escuela?
Rallo responde con evasivas. Muestra únicamente las aportaciones de la
escuela
en tiempos de Mises y Hayek, algo que nunca he negado (aunque uno debe
separar
sus aportaciones al conocimiento aceptadas de las rechazadas y de sus
opiniones). En el libro, por ejemplo,
reconozco el respeto que se ganó la escuela en su día analizando y
previendo
las razones del fracaso de la Unión Soviética como sistema económico al
no disponer de la información que dan los precios de mercado (aunque se
equivocó respecto a las pérdidas de libertad que preveía en la social
democracia que se venía fraguando en Suecia). La
pregunta se refiere (y basta leer mi crítica en el libro y no solo el
extracto) a los avances a
partir de ahí y a cómo no han logrado mostrar que muchas de sus
opiniones o
extrapolaciones a partir del conocimiento económico de la época sean
sustentadas por teorías coherentes o por evidencia empírica.
Por supuesto, lo anterior no quiere decir que no haya habido avances,
solo que Rallo no ha contestado a la pregunta. Lo mismo veremos que pasa
con las demás. Yo mostraré que no se responde adecuadamente y, a
continuación, intentaré argumentar por qué no creo que vaya a poder
responder. La carga de la prueba corresponde a quien propone una teoría y
deben ser los austriacos los que muestren que la suya es capaz de
responder a estas cuestiones.
¿Cuándo han corregido un error? ¿Cuándo han
descartado una hipótesis por encontrar otra mejor?
Rallo no responde un solo caso. Habla de diferencia de opiniones en
algunos aspectos dentro de la escuela austriaca, pero no habla en ningún
momento de avances. Recordemos
que los astrólogos tienen distintas opiniones también entre ellos y que
decir eso no sería una buena respuesta a estas preguntas. Eso se hace
mostrando que una hipótesis es descartada por incoherente o porque los
datos son
más compatibles con otra también coherente. Y para eso necesita que los
modelos
se expresen en un lenguaje lo suficientemente formal y preciso que
permita saber exactamente qué significa
la hipótesis y exactamente qué tipo de datos la validan o la refutan.
Como en
la escuela austriaca no hablan con claridad en este aspecto nunca
sabremos de
verdad qué están queriendo decir.
Lo que sigue es un ejemplo que ilustra lo anterior. El lector con prisas puede pasar a la siguiente pregunta.
Tomemos por ejemplo la teoría de los ciclos económicos. El
propio
Rallo reconoce
que la tasa de interés natural de Mises o Hayek es un
concepto no bien definido (les disculpa diciendo que esa definición es
posterior a esos autores, pero eso no implica que tuvieran una buena
definición, más bien es indicación de que la suya era todavía peor).
Rallo
sustituye esta tasa de interés natural por los diferenciales de tipo de
riesgo
a corto y largo plazo para su propia explicación de las crisis, y lo
hace narrando una historia que nos tenemos que creer porque
sus argumentos son intuitivos y elocuentes. Pero eso es lo que está mal.
No
sabemos si su narración es un modelo coherente, si es compatible o no
con la teoría anterior o si es un modelo completamente
distinto con implicaciones distintas. Sin un modelo riguroso en el que
se pueda
seguir la pista a lo que ocurre con cada una de las variables, con todas
sus consecuencias y no solo con las que nos muestra el narrador,
nuestra intuición
nunca será suficiente y estará sujeta al error y será casi imposible
distinguir correlación de causalidad. Necesitamos saber con precisión
cuál es el modelo que se está tratando y cuáles son las predicciones que
se
hacen y cuáles son las aproximaciones razonables. Lo demás es retórica e
ir buscando justificaciones para demostrar
lo que queremos que sea el caso.
El lenguaje natural es ambiguo, los modelos rigurosos y
matemáticos, no. Lo que dice, por ejemplo, Lucas, podrá parecer una estupidez,
pero nadie tiene la más mínima duda de lo que dice el modelo: ahí está la
ecuación de Euler, que algunas veces predice y otras, no. Punto. Esto nos permite
saber dónde hemos avanzado un poco y dónde queda mucho por hacer. Las
teorías austriacas no presentan nada parecido.
Fijémonos en lo que se hace en la Economía
“normal” (lo que sigue es denso y puede saltarse, pero aunque no se entienda
del todo dará una idea de cómo se hacen las cosas, que es lo que importa):
El problema fundamental es que no entendemos lo suficiente
el comportamiento de la curva de tipos y de las primas de riesgo que estas
incluyen. El centro empírico del dilema son las regresiones de Fama-Bliss, que
básicamente dicen que, en los datos:
1) El exceso de retorno de los bonos a largo sobre los bonos
a corto es predecible por la diferencia entre un futuro sobre el tipo de interés
a corto y el tipo actual a corto (si la hipótesis de expectativas puras se
cumpliese, el exceso de retorno tendría que ser impredecible).
2) La diferencia entre el tipo a corto hoy y el tipo a corto
mañana es poco predecible por la diferencia entre futuro sobre el tipo de
interés a corto y el tipo actual a corto (si la hipótesis de expectativas puras
se cumpliese, el exceso de retorno tendría que ser perfectamente predecible).
Uno puede pensar en 2) como el converso de 1). De hecho, el
coeficiente de la regresión 1) y la 2) siempre suman 1 en los datos (por
construcción de la regresión) y lo que ocurre es mientras que el primer
coeficiente debería ser 0 y el segundo 1, en los datos el primero es como 0.8 y
el segundo 0.2
(por cierto, una demostración mas que todos los que dicen
que Fama no entiende el mundo en el que vive, estilo DeLong-Krugman, son unos
vagos intelectuales que nunca han leído ninguno de sus papers).
La respuesta estándar es que existe una prima de
riesgo que es cambiante con el tiempo (
aquí,
aquí y
aquí se enlazan sendos papers
sobre el tema). ¿Cómo se puede generar esta prima de riesgo cambiante con el
tiempo? No resulta fácil, pero estos días entendemos que una combinación de
preferencias recursivas+política monetaria correctamente modelizada+volatilidad
estocástica más o menos lo "conseguimos" y podemos ir con ella a los
datos del mundo real y hacer contrastes empíricos y seguir avanzando.
Esa es la actitud humilde de la ciencia. La teoría austriaca
de los ciclos, por el contrario nunca se ha encontrado con un problema
que no
pueda resolver. ¿No es curioso? Hace más de medio siglo alguien lo supo
casi
todo de las crisis económicas, y no importa que su teoría exagerara la
importancia de los tipos de interés y que no incluya ninguno de
los elementos que tenemos en la actual, que ya sabemos son irrelevantes.
Los
únicos que importan son los que supo en su día el binomio Mises-Hayek y,
si acaso, alguna reinterpretación adecuada.
Si sirve de consuelo, cosas parecidas se pueden decir de la Teoría
General de Keynes y de El Capital de Marx, obras no escritas en términos
rigurosos, de manera que hay también una industria montada acerca de
"qué quiso decir" el maestro. Cuando alguna una escuela depende
demasiado de un autor (Freud o Lacan son ejemplos en Psicología, por si
la perspectiva le ayuda a alguien a entender esto) las señales de alerta
deben prevenirnos contra el prejuicio que pueda haber en esa escuela.
Rallo nos refiere a una
lista de publicaciones realizadas por economistas que se reconocen como de la
escuela austriaca. Lo que no dice Rallo es si estas publicaciones se refieren a
validaciones de afirmaciones realizadas por la escuela. Por ejemplo, varias de
las publicaciones se refieren a aclaraciones sobre discusiones históricas y otras se refieren
a aspectos económicos no particularmente austriacos. Si un economista austriaco muestra que en
ciertas circunstancias el mercado o la auto-organización social funciona mejor
que una imposición estatal, esto estará bien si el modelo es coherente y será
útil si es aplicable. Pero basta echar un vistazo a la lista de artículos para
ver que en ninguno de ellos se demuestran las cosas por las que más conocidos
son estos economistas. Claro que si me pongo ahora a decir cuáles son estas
cosas, Rallo me dirá que no, que unos dicen unas y otros otras.
Cojamos las ideas bien publicadas de los austriacos. ¿Justifican
las afirmaciones que luego nos hacen cuando escriben sus artículos de
opinión o
cuando hacen recomendaciones de política económica? Para esto deben
señalarse que son afirmaciones que constituyen el cuerpo particular de
la teoría austriaca. Por ejemplo, un economista austriaco puede decir
que los mercados perfectamente competitivos son eficientes en ausencia
de externalidades, bienes públicos o problemas de información, pero esto
no dirá nada acerca de la validez de las posiciones austriacas, puesto
que en esto no se diferenciaría de la posición estándar.
Además de todo esto, habrá que recordar que la publicación no es más que
el comienzo de una larga carrera hasta la aceptación de una idea. La
mayoría de las publicaciones son acerca de formulaciones de hipótesis o
líneas de investigación que parecían interesantes y prometedoras, pero
que no acabaron llegando a ninguna parte. Lo malo no es explorar o
equivocarse, sino mantenerse en el error. Si alguien me acusa de no
haber planteado así la pregunta, debe saber que Rallo está recogiendo
unas pocas líneas del libro, que resumen una discusión más completa en
el libro.
Esto es lo mismo que diríamos a autores marxistas que
publican. Los hay, yo conozco a algunos, pero sus publicaciones son sobre temas
de desigualdad, sobre propiedades axiomáticas de reglas de reparto en juegos
cooperativos y sobre interpretaciones posibles de algunas ideas marxistas, entre otras cosas. Nada
que justifique ni la teoría económica de El Capital ni la mayoría de las
políticas económicas que suelen promover los marxistas.
Se me ha dicho más de una vez que hay autores de la escuela
austriaca que aceptan el reto del método científico y la exposición a la
revisión por pares. Me parece de perlas, se incorporarán a la economía normal.
Tal vez acaben siendo el equivalente a los marxistas analíticos (que rechazan
la teoría marxista, pero siguen su interés en luchar contra la explotación y la
desigualdad).
https://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2013/12/es-la-escuela-austriaca-una.html
La
praxeología es el método alternativo al científico propugnado por Mises
y origen de su apriorismo (= prejuicio),
como si tal alternativa fuera posible.
¿A quién convencen?
Rallo responde con una lista de autores que reconocen haber recibido
influencia de la escuela austriaca. De nuevo son vaguedades. Esto no es
convencer. Robert Lucas puede haber tenido su influencia intelectual y
filosófica en esta escuela, pero nadie le ha convencido de la teoría de
los ciclos austriaca ni de sus teorías bancarias, por ejemplo. La
filosofía individualista de Hayek es una predilección personal. Jamás he
dicho que hacer más hincapié en la responsabilidad individual o en la
solidaridad social a la hora de manifestar preferencias sobre cómo
organizar la sociedad sea objeto de mi crítica científica (sí lo es de
mi crítica moral basada en mis propias preferencias morales, pero esto
es ajeno al debate). Las únicas críticas se refiere a la elaboración de
teorías que expliquen la realidad y a la propuesta de medidas económicas
con un determinado fin que tenga evidencias de que esa propuesta lleve
efectivamente a ese fin. En esto no han convencido.
Muchos economistas simpatizan con estas preferencias individualistas,
pero lo único que importa es lo que puedan demostrar. Por ejemplo, si
Vernon Smith se interesa por la hipótesis de Hayek de que en un mercado
competitivo los individuos solo necesitan saber los precios y nada más
para que todo funcione y
la comprueba experimentalmente,
eso no implica nada de lo que distingue desde hace décadas a la escuela
austriaca. Ese resultado se había demostrado formalmente y era aceptado
en la Economía "normal". Hurwicz, alejado ideológicamente de los
austriacos, fue más allá y demostró formalmente que el mercado
competitivo usaba el mínimo de información de los posibles en cualquier
mecanismo económico que uno pudiera concebir y que fuera eficiente. El
método experimental de Vernon Smith de hecho fue muy criticado por los
austriacos y con él ha probado recientemente que para la existencia de
burbujas es irrelevante la base monetaria (supuestamente una de las
razones para querer el patrón oro, tan caro a los austriacos). Si, por
poner otro ejemplo, Coase, impulsado tal vez por sus ideas, se interesa
por las negociaciones privadas y muestra que en ciertas circunstancias
estas pueden resolver problemas de externalidades sin necesidad de una
autoridad que imponga la solución, todos
tomamos nota de ello. Si, en cambio,
se extrapola este resultado
para justificar que toda negociación privada (fuera del alcance del
teorema) es mejor que una imposición o regulación pública, estaremos en
la pseudociencia. Hicks escribió un libro,
Capital and Time: a Neo-Austrian Theory, en el 73 que no tuvo ninguna trascendencia y por el cual desde luego no le dieron el Nobel (en el 72).
Recordemos que los mismos economistas de Chicago que compartían
ideología liberal con Hayek rechazaron que entrara en el departamento de
Economía por no ser un economista científico. James Buchanan, que se
reconoció muy influido por Mises y Hayek, llegó a decir posteriormente
que la escuela austriaca se había convertido en una
secta (cult,
en inglés), algo que también dijo Gary Becker, otro gran economista
liberal. Milton Friedman, que no está en la lista de Rallo, aunque suele
ser citado por los austriacos,
dijo textualmente:
“I think the Austrian business-cycle theory has done the world a great deal of harm.”
Por seguir con el símil anterior, es como decir que la teoría marxista
de las crisis de sobreproducción está validada porque hay muchos
economistas de influencia marxista.
Rallo nos enlaza un
artículo
en el que se intenta mostrar que la escuela austriaca no está marginada
en la Economía moderna. Encuentra 3 universidades 3 en todo el mundo
con un núcleo de economistas austriacos (George Mason en EE.EE., Rey
Juan Carlos en España y Francisco Marroquín en Guatemala), luego
encuentra austriacos dispersos hasta en otras 4 universidades 4 en todo
EE.UU. También encuentra que ha habido 3 estudiantes 3 de George Mason
que han conseguido colocarse en sendas universidades de prestigio.
Textualmente dice (página 4):
"in
the last years GMU in particular has placed graduates at prestigious
schools such as Chicago (Peter Leeson), New York University (Adam
Martin) and Duke (David Skarbek)."
Claro que si nos molestamos en cotejar los datos tenemos lo siguiente:
Peter Leeson: Assistant
Professor en West Virginia y Professor en GMU (su misma escuela). Lo
que ha sido es "Visiting Professor of Economics" en Chicago. Eso no es
"place a student at Chicago". Un visiting no es una posición permanente
y, dependiendo de la situación, puede ser algo bueno (si te pagan) o
poco (un "body" que te traes para que dé clase).
Adam Martin: New
York University, Development Research Institute, Post-Doctoral Fellow.
2009-2011 y New York University, Department of Economics, Instructor.
2010-2011. Un instructor o un post-doc no es "place a student". Es una
manera más o menos chapuza de librarse de alguien. Ahora es lecturer en
King’s College London, que es buena escuela en ciencias, pero en
ciencias sociales, bueno, pues no de lo mejor del Reino Unido.
David Skarbek: Visiting
assistant professor en Political Science en Duke. De nuevo, no es
tenure-track, y ahora está también en King's College.
La cita anterior "In the last years..." es, el mejor de los casos,
"economical with the truth" (por usar una expresión que le gusta a un
colega). En realidad, es profundamente deshonesta.
¿Y qué pasa con los austriacos de las otras universidades? Vemos en la página 9:
"In
2012, based on the Shanghai Academic Ranking of World Universities in
Economics / Business, New York University Economics Department was 9th in the world"
Lo cual es mucho orgullo, pues es el departamento de más calidad en
donde encuentran austriacos, en particular tienen a Israel Kirzner y
Mario Rizzo. Pero resulta Kirzner es ya emérito y Rizzo es Associate
Professor y no lo promocionaron nunca a Full Professor, que en el
sistema americano, donde casi todo el mundo promociona tarde o temprano
de Associate a Full es lo mas cercano que tienen a decirte "no sabemos
cómo librarnos de ti". NYU está donde está en los rankings por Sargent,
Gertler y compañía. Que Rizzo este ahí es irrelevante para el ranking.
Emplear a NYU como ejemplo de calidad académica de los austriacos es una
tomadura de pelo.
También en la página 6 presumen de que un austriaco, Nicolai Foss, es el
1.435 en RePEc en número de papers. Es mejor emplear el
índice agregado
(que incluye cosas como citas): En ese está el 1.845. Y si
condicionamos en los últimos diez años (que da una idea de lo activo que
es alguien), no aparece entre el 5% mejor. Pero bueno, da igual, el
1.435 o el 1.845 importa poco. No es ni de los 1.000 tipos más citados
del mundo. La verdad es que si yo lo mejor que tuviese para presumir es
un 1.435 estaría bastante calladito.
El paper en general es un "infomercial" destinado más a engañar a
incautos estudiantes que a ninguna otra cosa. Este es el tipo de
documentación con el que Rallo nos quiere convencer de que la escuela
austriaca convence.
Esto no es convencer, es mentir
directamente para ocultar lo que son, una escuela sin apenas influencia
académica en la Economía moderna.
¿Qué datos necesitan para invalidar alguna de sus hipótesis?
Rallo vuelve a evadir la respuesta, diciendo que hay de todo. Dice que
hay que ir caso por caso, pero no da ningún ejemplo. Cuando a mí me
hacen esa pregunta mis amigos físicos o biólogos que dudan de la
metodología económica no les contesto con esa evasiva, sino que les
pongo casos concretos. De hecho mi serie de artículos en
Mapping Ignorance está pensada así.
Es interesante que Rallo reconozca que “muchos austriacos no aceptan que
la teoría pura (no así la economía aplicada o la historia)” pueda ser
falsada, pero otros sí lo hacen con diversas cautelas. Esa actitud es
inaceptable, por dos razones. Primero, una teoría puede ser coherente
lógicamente y ser perfectamente inútil como teoría descriptiva o
normativa. Obviamente si pretende ser descriptiva necesita de los datos
para saber si nos sirve con este objetivo. Si pretende ser normativa,
también, puesto que necesitamos tener una idea de hasta dónde es posible
que sirva como norma. En cualquier caso deberá aclarar a qué se refiere
su carácter normativo: ¿es lo que se debe hacer si se es racional? ¿si
se tienen tales preferencias por la libertad, seguridad,
responsabilidad, solidaridad,…? El objetivo de esta construcción es,
aunque interesante, casi seguramente imposible o, por lo menos, estamos
demasiado lejos como para que puedan hacerse las afirmaciones tajantes
que hacen los austriacos en sus opiniones de política económica. Los
axiomas, además, deberán poder revisarse, por muy intuitivos que nos
parezcan, si llevan a conclusiones erróneas. En cualquier caso, si creen
que lo han conseguido, que lo muestren. Y ahí tenemos la segunda razón
de la inaceptabilidad de esta actitud: sus teorías no tienen el rigor de
un sistema formal como para poder mostrar lógicamente su coherencia.
Una cosa es lo que pretendan y otra lo que consiguen. Con un lenguaje
natural sin formalización es imposible hacer lo que quieren hacer. De
eso ya he puesto un ejemplo en la
primera entrada.
Un par de afirmaciones sobre Hayek
A la afirmación de que Hayek no era consecuencialista Rallo responde que
sí lo era (aunque en realidad critica la afirmación de que es
anticonsecuencialista, cosa que yo no he dicho). Si uno dice que Hayek o
los austriacos abogan por una restricción de la intervención estatal en
la vida económica porque de esa manera los seres humanos serán más
libres y vivirán mejor y que entonces la restricción de la intervención
estatal es un instrumento para una consecuencia, pues bien, la posición
es consecuencialista en ese sentido. No voy a mantener una discusión
semántica (pero fíjese qué juegos verbales tiene que hacer:
metarracionalista (?), utilitarista restringido,...).
En mi opinión, la idea de que aceptamos normativamente unos axiomas
(aunque no estén definidos con rigor) y a partir de ellos aceptamos las
consecuencias que vengan no es consecuencialista, ni lo es la idea
apriorística de que casi cualquier intervención estatal es peor que su
alternativa de no intervención. Por mi parte, estaría encantado de saber
que estos economistas sí son consecuencialistas, pero es difícil
leyendo cosas como
esta.
Rallo aprovecha para decir que es un bulo que Friedman refutara la teoría de los ciclos austriaca. El
von Mises Insitute lleva tiempo diciendo esto y
Rallo lo repite.
Lo que dicen es que no les convence la refutación de Friedman y que,
como no les convence, es un bulo que lo refutara. Si quisiéramos salir
de dudas bastaría con presentar la teoría en términos más claros y
contrastables y podríamos acudir a los datos y estar todos de acuerdo en
lo que dicen. Como no es así, será difícil distinguir su defensa de la
táctica del
blanco móvil.
Y por esto es malo poner límites a las emisiones de CO2
o poner impuestos para financiar bienes públicos
o una sanidad universal
Los malos axiomas de los austriacos
Uno de mis libros favoritos es
La Ética
de Spinoza. Me gusta la ingenuidad del proyecto, la decisión con que se
plantea, el estilo con que está escrito, la personalidad del escritor,
la originalidad del método y el declarado respeto a la razón. Todo ello
hacen de él un libro único y memorable. Es una lástima que esté todo
mal, y que ninguna de las afirmaciones del libro se demuestren con el
método geométrico que presume el autor. No quiere decir que todas las
afirmaciones sean falsas o que las proposiciones normativas no sean
razonables, sino que no están deducidas de la manera propuesta.
Spinoza quería deducir la Ética a partir de la Razón basándose en unos
pocos axiomas y aplicando la deducción lógica. Ahora sabemos que al
rigor de la lógica debe preceder el rigor de las definiciones y que
estas solo pueden establecerse en un modelo formal. Esto no impide que
podamos hacer también deducciones en un lenguaje no formal, pero será
difícil llegar muy lejos, sobre todo en cuanto nos metamos en materias
especializadas e intrincadas, donde tenemos que definir bien de qué
estamos hablando. Spinoza creía que conceptos como “esencia” o
”naturaleza” estaban bien definidos y que con ellos podía definir
“causa”, o que frases como “ser limitada por otra de su misma
naturaleza” tienen un sentido evidente, y que con ellas puede tirar para
adelante y demostrar la ética al modo geométrico. No lo consiguió,
claro, lo que no implica que algunas de sus frases y conceptos no puedan
ser apreciados. Lo serán, pero no por ser parte de una construcción
formal, como pretendía. Eran otros tiempos, no se sabía de modelos
formales más allá de la geometría y de otros pocos más y limitados a
aspectos pequeños de otras ciencias.
En el siglo 20 ya sabíamos más de todo eso y, sin embargo, abundaban
todavía pensadores que se permitían creer que con definiciones tan
imprecisas como aquellas de Spinoza podían deducir proposiciones
metafísicas, teológicas, morales, políticas o económicas. La
justificación que siempre se da es que es posible mostrar ejemplos en
los que se puede hacer (o parece que se puede hacer) este tipo de
deducciones y tirar para adelante y pretender demostrar toda una
doctrina. La ingenuidad de estos últimos no me inspira tanto candor como
la de Spinoza. Ya debían saber que su empeño era imposible y que, de
tener seguidores, los estarían condenando a defender lo indefendible. Es
lo que me pasa con von Mises y su libro
La Acción Humana.
Von Mises cree poder deducir muchas cosas del hecho que consiste en que
las personas procedemos de manera consciente y deliberada, sea esta
fruto de una clara deliberación o de recuerdos olvidados y deseos
reprimidos (son expresiones suyas, influenciado como estaba por las
teorías freudianas).
Este es el argumento que hace Mises para mostrar que pensando
apriorísticamente y sin empiria puede tener un conocimiento preciso y
verdadero de la realidad:
El objeto específico de la praxeología, es decir, la acción humana,
brota de la misma fuente donde nace el razonamiento. Actuación y
raciocinio constituyen realidades cogenéricas y similares; cabría,
incluso, considerarlas como dos manifestaciones distintas de una misma
cosa. Por cuanto la acción es fruto del raciocinio, resulta que éste
puede descubrir la íntima condición de aquélla. Los teoremas que e!
recto razonamiento praxeológico llega a formular no sólo son
absolutamente ciertos e irrefutables, al modo de los teoremas
matemáticos, sino que también reflejan la íntima realidad de la acción,
con el rigor de su apodíctica certeza e irrefutabilídad, tal como ésta,
efectivamente, se produce en el mundo y en la historia. La praxeología
proporciona conocimiento preciso y verdadero de la realidad.
No, Mises, del hecho de que la acción humana sea producto del raciocino
no se deduce que el raciocinio pueda estudiar la acción humana de manera
certera e irrefutable. Eso te pasa por razonar por analogía y huir de
los modelos formales. Le pasarán cosas parecidas a lo largo del libro,
como le pasan a sus defensores actuales. Veamos cómo razonan en el
Mises Institute sobre el uso de las matemáticas frente al lenguaje normal:
Considérese, por ejemplo, las proposiciones (2) A un precio mayor
corresponde una menor (o, por lo menos, no mayor) demanda. (2´) Si p
denota el precio de un bien y q su demanda, entonces q = f(p) y dq/dp =
f' (p) ≤ 0. Aquellos que encuentran la fórmula (2´) más precisa o “más
matemática” que la frase (2) caen un uno completo error … la única
diferencia entre (2) y (2´) es esta: como (2') se limita a funciones
diferenciables y cuyas gráficas, por tanto, tienen tangentes … la frase
(2) es más general, pero de ninguna manera es menos precisa: tiene la
misma precisión que (2´).
Para empezar, en matemáticas se puede expresar que a un precio más alto
corresponde una demanda menor sin restringirse a funciones
diferenciables (por ejemplo, con correspondencias no necesariamente
continuas) y tener la generalidad que quiere el redactor del párrafo
anterior. El uso de conceptos más restringidos (que el redactor parece
confundir con pretensiones de precisión) simplemente permite tener
modelos más manejables, aunque simplificados. Para seguir, el hecho de
que una relación se pueda expresar en lenguaje llano y seguirle la pista
durante un pequeño razonamiento no implica que todo se pueda hacer así.
Por continuar con el ejemplo del párrafo anterior, será muy difícil
seguir la pista a un razonamiento que distinga la función de demanda
marshalliana de la
hicksiana e intente sacar conclusiones acerca de las consecuencias de ayudar a un consumidor según distintos mecanismos de ayuda.
Los austriacos han oído, por supuesto, este argumento. He aquí cómo lo desdeñan en el
Mises Institute:
A menudo se dice que la traducción de un concepto … del lenguaje
ordinario al matemático lleva a una mayor precisión lógica del concepto y
a mayores oportunidades de uso. Pero la falta de precisión matemática
en el lenguaje ordinario refleja precisamente el comportamiento de los
seres humanos en el mundo real…
Has leído bien, querido lector: está diciendo que quien quiera estudiar
una realidad imprecisa debe usar un lenguaje también impreciso.
Razonamientos, ninguno, otra vez hay discurso por analogía. Y todos
estos errores de razonamiento son antes de empezar a hablar de economía.
En la historia del pensamiento económico ha habido varios intentos de
encontrar la coherencia interna de teorías verbales y siempre se han
encontrado problemas con la teoría. Sucede con El Capital de Marx, que
se ha mostrado incoherente; con la Teoría General de Keynes, cuya
modelización es controvertida, y con la Teoría Austríaca de los Ciclos
Económicos, que se ha encontrado tan falta de contenido que la mejor
aproximación formal conseguida necesita supuestos ad hoc completamente
arbitrarios. Lo curioso es que, además de todo eso, la teoría de los
ciclos económicos austriaca no se ha deducido ni remotamente a partir
del axioma de la acción humana.
Esta enemistad con los modelos formales y el recurso a la dialéctica, la
retórica, la apelación a intuiciones y, en el caso de los austriacos, a
la praxeología, podrá justificarse de la manera que cada uno quiera (y,
si se la cree, será esa su justificación), pero en la práctica lo que
hace es dar rienda suelta a que cualquiera, apelando a la simpatía que
generan los rebeldes, se haga llamar heterodoxo y reivindique un lugar
en igualdad de condiciones a los que sí se molestan en detectar
incoherencias internas en sus modelos, supuestos mejores, y evidencias
empíricas. Todo ello con matemáticas, claro.
Cuando hace ya un tiempo hablé de la pseudociencia austriaca y respondí (
aquí y
aquí) a la
defensa de Rallo, este
volvió a escribir
y, aparte de repetir los argumentos que ya le había respondido, se pasó
a la baza metodológica y, entre ella, a la defensa de las narrativas no
formales en forma de una de Huerta de Soto.
En su día dije
que tal vez habría una coda para contestar otra vez a Rallo. No me
animé porque los argumentos eran repetitivos y porque cuando la
pseudociencia apela a otra forma de metodología distinta del método
científico uno ya sabe que no hay nada que discutir (
aquí he hablado de eso). Pero sirvan estas últimas líneas como la coda no prometida.
https://todoloqueseaverdad.blogspot.com/2016/11/los-malos-axiomas-de-los-austriacos.html
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