Sector Agricola de Europa es o no es competitivo? Dos enfoques

 Esta claro que los precios que recibe el agricultor son bajos, esta claro que los productos de fuera son mas baratos en unos casos por otra reglamentación ambiental, pero también esta claro que hay que enfocarse a las soluciones como Holanda, y no esperar que la solución venga de subvenciones de Europa

DATO :EL SECTOR agrícola es el 35% del presupuesto de la UE

El sector agrícola representa alrededor del 1,2% del PIB de la Unión Europea, según datos de 2017, y un 2,4% del PIB de España 2023 (2,61 en 2021)

La renta agraria ha alcanzado los 27.861 millones de euros en 2022

El país de Europa en el que la agricultura tiene una mayor aportación es Letonia, donde el sector agrícola representa un 5% del PIB, seguido de Lituania, donde representa un 4%. 

En el otro extremo se sitúan Luxemburgo, con un 0,2% del PIB, y Bélgica, con un 0,6%.

Ocupados: En el 2022 fue de de 934.100 personas. En el primer trimestre de 2023, España registró 748.200 ocupados en el sector de la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca, según el último dato disponible la Encuesta de Población Activa (EPA)

 Casos de Exito

Holanda "sin sol" revoluciona la agricultura: exporta más alimentos que España y Francia juntas con métodos sostenibles

  • https://www.eleconomista.es/economia/noticias/8885958/01/18/Holanda-revoluciona-la-agricultura-exporta-mas-alimentos-que-Espana-e-Francia-juntas-con-metodos-sostenibles.html

 Lo que caracteriza a la agricultura holandesa es su extraordinaria capacidad de innovación, y se ha centrado en los últimos 20 años en la producción de agroalimentos capaces de enfrentar el desafío del cambio climático (o calentamiento de la atmósfera).

Los países bajos (Holanda) son el segundo exportador mundial de productos agroalimentarios después de EE.UU con ventas por más de 100.000 millones de euros en 2021, que crecen 9.4% por año.

Alemania es el principal consumidor de los productos agroalimentarios holandeses, con compras por 26.300 millones de euros el año pasado.

 Lo notable es que el mayor producto agrícola que colocan los países bajos en Europa son las flores y las plantas ornamentales, cuyas ventas ascendieron a 12.000 millones de euros en 2021, en tanto que las transacciones combinadas de productos lácteos, carnes, huevos, frutas y hortalizas treparon a 25.000 millones de euros.

Holanda tiene 17.590 millones de habitantes, en una superficie de 41.540 kms cuadrados, una de las dos más reducidas de Europa; y en estas condiciones dispone de un producto bruto interno de 856.356 millones de euros, con un PBI per cápita de 48.840 euros en 2022.

Lo que caracteriza a la agricultura holandesa es su extraordinaria capacidad de innovación, y se ha centrado en los últimos 20 años en la producción de agroalimentos capaces de enfrentar el desafío del cambio climático (o calentamiento de la atmósfera).

Por ejemplo, Holanda se ha especializado en la producción de bananas domésticas, cultivadas en espacios calefaccionados y totalmente sustentables, que son sistemas productivos completamente protegidos de todo tipo de hongos y fungicidas.

Todo esto requiere un elevado y constante gasto en la investigación y desarrollo (R&D) agrícola, que se ha triplicado en las últimas dos décadas y que ahora alcanza a 2% del PBI, el más alto de Europa. El gasto en R&D era de 5.041 millones de euros en 1990 y alcanzó a 17.760 millones de Euros en 2020, con el agregado de que más de la mitad de esta inversión está a cargo de las empresas privadas, mientras que un tercio aproximadamente proviene del Estado, y el resto es cubierto por los fondos comunes de la Unión Europea (UE).

La tendencia de la agricultura holandesa es nítidamente circular. Así, prácticamente la totalidad de la alimentación animal proviene de los alimentos no consumidos (o desperdiciados) por los propios holandeses en sus redes de restaurantes y comedores empresariales.

La consigna de la producción agroalimentaria holandesa –que muestra su rumbo y sentido- es que “hay que producir el doble de los alimentos utilizando la mitad de los recursos”, ante todo los hídricos en los que el ahorro que se ha obtenido es entre 70% y 90% de lo requerido hace 20 años.

También ha desaparecido virtualmente el uso de pesticidas agroquímicos, sustituidos en todos los casos por elementos biológicos surgidos de los laboratorios. Asimismo, un compromiso central del gobierno de Ámsterdam es cortar por la mitad las emisiones de dióxido de carbono provenientes del sector en 2030; y desde 2009 la producción aviaria ha disminuido en más de 60% la utilización de antibióticos.

La Westland es la zona ubicada sobre el Mar del Norte, donde se encuentra la mayor concentración de producción agrícola cubierta, iluminada y calefaccionada, en unidades que tienen hasta 175 acres de extensión. Esta zona estaba cubierta en su mayor parte por las aguas marítimas hace sólo 30 años. Allí se produce más de la mitad de los agroalimentos de los países bajos.

Por eso Holanda es uno de los tres principales exportadores de tomates del mundo, y la segunda vendedora de papas y cebollas, así como la tercera o la segunda productora (según los años) de frutas y hortalizas en el mercado global.

En una sola planta cubierta ubicada en la frontera con Alemania se crían más de 150.000 pollos por año, en condiciones óptimas de alimentación y salubridad, digitalmente controladas.

El núcleo intelectual (científico y tecnológico) del agro de los países Bajos es el “Centro de investigaciones y Desarrollo” de la Universidad de Wageninger (WUR) situada a 65 kms al sudeste de Ámsterdam, considerada una de las principales instituciones de investigación agrícola del mundo.

El “Valle de la alimentación” rodea al WUR; y es el Silicon Valley de la agricultura mundial, con “start-ups” agrícolas de categoría internacional.

La regla en la producción holandesa es la utilización intensiva en la agricultura de precisión. Por eso, el rendimiento de las plantaciones de papas por acre (1 ha son 2470 acres) es de 20 toneladas, en tanto que el promedio mundial es de solo 9 toneladas.

Esto es lo que convierte a la agricultura holandesa en un paradigma de la producción mundial.

  • https://www.clarin.com/rural/agricultura-holandesa-sinonimo-constante-innovacion_0_yTHadMRX2x.html

Las soluciones se buscan analizando que hacen otros países para ser competitivos, no cortando carreteras, aunque tengan razón en varias reivindicaciones.

El día después de las protestas

Los agricultores viven al límite de la rentabilidad y, por lo tanto, no se les puede imponer más costes sin redefinir las vías de valoración de sus productos

L'anàlisi de
Las protestas campesinas han sorprendido a la Comisión Europea. Tal parece como si de golpe hubiera topado con una realidad que desconocía. No por falta de funcionarios para advertirla. Su respuesta ha sido a la defensiva, prometiendo mejoras en algunos aspectos tales como la burocracia y reduciendo algunas de las exigencias medioambientales. Desde un punto de vista de pedagogía de la sostenibilidad no parece la mejor respuesta. Cabe preguntarse, ¿es que no hacían falta estas medidas? Probablemente sí hacían falta, pero se han errado los medios, los ritmos y la intensidad.

Al campesinado en poco tiempo se le han cambiado mucho las condiciones de trabajo. Se le exigen nuevos procedimientos para garantizar la sostenibilidad. Algo necesario, pero que compromete la productividad y los resultados económicos de la empresa. Para complicarlo más, estas exigencias no se reclaman a sus competidores, quienes gozan de una ventaja competitiva gratuita. Para los campesinos locales es competencia desleal y un nuevo factor depresor de rentas. Al mismo tiempo, desde la ciudad, se censura su actividad como contaminante y emisora de gases efecto invernadero sin tener en cuenta los esfuerzos que la agricultura está realizando hacia una actividad sostenible. El campesino solamente recibe la crítica, la cual considera sesgada en relación con otros sectores. Desde la presión del populismo verde o del eco-esteticismo se reclama el cierre de parte o toda la ganadería intensiva, mientras que, con argumentos sesgados, se criminaliza al sector bovino. Y, si faltaba leña en este fuego, llega una terrible sequía en el área mediterránea con respuestas públicas que llegan tarde y son discriminatorias respecto a la agricultura.

Unos costes que el agricultor no puede repercutir frente a una cadena alimentaria con eslabones superiores extremadamente oligopolizados, contra los cuales tiene una capacidad de negociación insuficiente

Desde confortables despachos de Bruselas se diseñó un sistema supuestamente perfecto para avanzar hacia la sostenibilidad en la producción de alimentos. Para conseguir el éxito de la operación se segmentaron parte de las ayudas en función del cumplimiento de determinadas medidas pro-sostenibilidad. Es decir: "Si haces lo que te decimos te pagaremos, pero para saber si lo has hecho tienes que documentar el detalle de tu actividad. Con este fin te daremos un cuaderno digital donde apuntarás todo lo que hagas". Todo será fácil, le dicen. Pero la realidad es diferente.

En las áreas rurales hay mala cobertura telemática, las aplicaciones digitales por más simples que sean requieren una formación y entrenamiento. Las aplicaciones informáticas no son lo suficientemente amigables y a menudo generan confusión. Además, la infinidad de datos a registrar hacen que el cuaderno digital no sea nada simple. Y todo ello son costes en tiempo, en rendimientos y en viabilidad económica. Costes y más costes con unas ayudas más reducidas y condicionadas. Unos costes que el agricultor no puede repercutir frente a una cadena alimentaria con unos eslabones superiores extremadamente oligopolizados contra los que cuenta con una insuficiente capacidad de negociación. Los campesinos, cargados de razón, frente a esta nueva situación, se han visto incapaces de seguir, ha llegado el desánimo y la protesta se ha visto como única salida.

Es momento de hacer una crítica severa al sistema implementado. ¿Alguien de la Comisión Europea pensaba que la transformación verde propuesta saldría gratis? Nicolas Stern lo advirtió: "el cambio climático es un problema de costes". Los campesinos mayoritariamente cumplían las leyes, ahora han cambiado las normas con criterios justificables y los campesinos seguirán cumpliendo las nuevas normas, pero no a costa de su inviabilidad económica. Los agricultores viven al límite de la rentabilidad y, por tanto, no se les puede imponer más costes sin redefinir las vías de valoración de sus productos. Eso se tenía que haber previsto.

Attal (primer ministro francés): "La agricultura tiene el rango de los intereses fundamentales de la nación, al nivel de la defensa y la seguridad nacional"

Las protestas han tenido respuestas de comprensión en la ciudad, pero también de rechazo. Desde sectores intelectuales se condena con algunos argumentos equivocados que deberían superarse: la agricultura es poco importante económicamente; la parte más importante del presupuesto de la UE se destina al campesinado y todavía son incapaces de ser competitivos; les pagamos las ayudas para que puedan salir de su precariedad (implícitamente como muestra de su incapacidad); es un sector envejecido sin futuro; etc.

Por el contrario, de todas las opiniones de estos días quería destacar, en positivo, las declaraciones del primer ministro francés Gabriel Attal: "La agricultura tiene el rango de los intereses fundamentales de la nación, al nivel de la defensa y la seguridad nacional". Si no es demagogia es que lo ha entendido.

El sistema de ayudas como fuente de incomprensión

La falta de comprensión sobre la complejidad de la producción de alimentos ha propiciado el diseño de políticas poco previsoras y de respuestas ciudadanas desatinadas o equivocadas, expresadas a menudo en los medios de comunicación. El campesinado vive un injusto desprecio social desde algunos sectores del mundo urbano. Los problemas medioambientales son abrumadores. Frente a estos es preferible encontrar un falso culpable sin costes electorales, tal como es la agricultura. Es la mejor manera de no destinar los esfuerzos al verdadero culpable: la combustión de combustibles fósiles.

La agricultura experimenta un injusto menosprecio social por parte de algunos sectores del mundo urbano

Pero el menoscabo requiere motivos aparentes para articular sus acciones de bloqueo social, invisibilización o manipulación social. El argumento más reiterativo gira en torno a las ayudas agrícolas. Su incomprensión desenfoca las políticas. Hay que hablar de ello, pues.

En anterior artículo recordaba que los objetivos de la PAC originales señalados por el Tratado Constituyente de la Comunidad Económica Europea, establecidos en su artículo 39 eran:

  1. Incrementar la productividad de la agricultura desarrollando el progreso técnico, asegurando el desarrollo racional de la producción con un uso óptimo de los recursos, especialmente la mano de obra.
  2. Asegurar un nivel de vida adecuado para la población agraria.
  3. Estabilizar los mercados.
  4. Garantizar la seguridad de abastecimiento.
  5. Asegurar unos precios razonables a los consumidores.

Los objetivos originales de la PAC, implícita o explícitamente, siguen presentes todavía. Las ayudas implicadas pretenden resolver cuestiones relativas al conjunto de la sociedad y, por tanto, son ayudas a los consumidores (abastecimiento garantizado, precios estables, precios reducidos). El agricultor es, simplemente, el actor necesario para alcanzar estos objetivos. Esta primera reflexión es de la mayor importancia cultural dado que se ha señalado de forma despectiva al agricultor como beneficiario privilegiado de un apoyo público poco explicado. Pero es también de la mayor importancia técnica.

Se pagan las ayudas como estrategia para estabilizar los precios y como instrumento para bajarlos. Pero este sistema crea una imagen dependiente del campesino ante la sociedad, como si fuera la sociedad quien paga un precio innecesario, cuanto es justo al revés. De manera similar, por ejemplo, los médicos o los maestros cobran un sueldo público para que tengamos una sanidad gratis y una enseñanza gratuita, a nadie se le ocurre poner en duda este sueldo cuando se es consciente de que el beneficiario es el paciente necesitado de atención médica o el alumno que precisa educación

La herramienta de las ayudas ha dado un cierto grado de estabilidad en el abastecimiento alimentario con unos precios más asequibles a la población. Pero ¿qué pasaría si de golpe se eliminaran las ayudas? A corto plazo los campesinos verían reducidos sus ingresos y eso provocaría tensiones entre el campesinado. Pero a medio plazo, quizás muy rápidamente, los mercados reaccionarían con unos precios de los alimentos más altos y más volátiles. Lo que afectaría al conjunto de la ciudadanía con tensiones en el abastecimiento alimentario en amplias capas de población con ingresos bajos. A más largo plazo las diversas variables económicas acabarían ajustándose en un nuevo equilibrio, con precios y salarios más altos, pero con mayor inestabilidad en los precios alimenticios. La Unión Europea no ha optado por el camino de desactivar la herramienta de las ayudas, a buen seguro que se han temido las consecuencias a corto y a largo plazo.

Las ayudas agrarias se iniciaron en Estados Unidos bajo el mandato del presidente Roosevelt tras la gran crisis de 1929. Las ayudas agrarias siempre han sido una herramienta para la estabilización de la economía y garantía consecuente de abastecimiento alimentario. Un abastecimiento que es crítico para un país. La Comunidad Económica Europea consideró vital esta herramienta durante el proceso de recuperación de la II Guerra Mundial. Las ayudas de la PAC han tenido una larga trayectoria de modificaciones para adaptarse a un mundo más globalizado. Tratando de aparentar, cuando menos, que cumplía los acuerdos firmados con la Organización Mundial de Comercio. Pero las ayudas siempre han tenido la función estabilizadora de la economía, no la de limosna al campesino.

Los médicos o los maestros cobran un sueldo público para que tengamos una sanidad gratis y una enseñanza gratuita, a nadie se le ocurre poner en entredicho este sueldo cuando se es consciente que el beneficiario es el paciente

Pero, con la reforma reciente de la PAC se ha desatendido la función de las ayudas. De hecho, se han reducido y fraccionado de manera condicionada las ayudas a la vez que se han añadido muchos costes vinculados a las nuevas exigencias medioambientales. En realidad, debería haberse hecho al revés. Dejar las ayudas directas por su función estabilizadora de la economía y aportar fondos complementarios vinculados, estos sí, a los costes derivados del cumplimiento de medidas medioambientales propuestas. La transición verde no saldrá gratis y es toda la sociedad quien debe asumirla, no el campesinado. La realidad es tozuda y de una forma u otra esta corrección se realizará y los campesinos serán compensados por su esfuerzo, pero por el camino habrá habido sufrimiento y pérdidas económicas. Con un enfoque compensador de costes, tal como aquí se propone, los campesinos podrían ofrecer unos precios más competitivos y ser más capaces de hacer frente a la competencia internacional descompensada por unos requerimientos medioambientales diferentes.

Caminos de solución

A continuación, expreso algunas opiniones sobre los seis temas más importantes de las protestas:

1. Ley de la Cadena Alimentaria.

Esta ley ha sido un paso importante en el reequilibrio de la cadena. Pero la pretensión de establecer el pago por encima de costes es una ficción, dado que los costes son diferentes para cada empresa. Esta cláusula llevaría a precios públicos garantizados, algo que ya se ha vivido al comienzo de la PAC con disfunciones evidentes. Hay que profundizar el uso de la ley y perfeccionar el sistema de ajuste de precios de los contratos. La ley ofrece instrumentos de gran interés.

2. Acuerdos comerciales bilaterales.

Es la vía de la Unión Europea para establecer una equivalencia de medidas de producción entre diferentes países. Es un camino lento y lleno de dificultades, dado que cualquier modificación de los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio generan contrapartidas que no siempre son las deseadas. En mi opinión un enfoque compensador de costes medioambientales, tal y como he señalado antes, sería la manera indirecta de deshacer este nudo de la competencia "desleal" sin interferir directamente en los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio.

La transición verde no saldrá gratis y es toda la sociedad quién lo tiene que asumir, no el campesinado

3. Acciones de mejora de costes

Las plataformas campesinas han listado una serie de propuestas sobre temas que se podrían hacer de otra manera. Ellos entienden de ello. Hay propuestas muy interesantes, habría que analizarlas, valorarlas y si aportan beneficios aplicarlas rápidamente.

4. Agricultor activo o genuino

Los titulares de la PAC jubilados deberían ceder el relevo a jóvenes campesinos. Ellos pueden continuar como perceptores de arrendamiento u otro acuerdo a beneficio de todos. Hay que acabar con la falsa imagen de que los campesinos (falsamente) son viejos. Los trabajadores del campo tienen unas medias de edad similares a otros sectores. Acompaño dos gráficas aclaratorias donde se diferencia, por una parte, titulares de la PAC, que normalmente son propietarios, los cuales generalmente no ceden la titularidad hasta la muerte y, por otra parte, ocupados agrarios de acuerdo con las estadísticas de la Seguridad Social. Convendría dejar de oír que los campesinos son viejos.

5. Sequía

Hay muchas cosas que decir sobre la gestión de la sequía. Se ha discriminado claramente al campesinado mientras la ciudad no tenía restricciones, un hecho que ha agravado el problema. Ha habido decisiones totalmente fuera de criterio. Programar una restricción del 50% a la ganadería es no saber qué es un animal. El consumo de agua de la ganadería es mínimo, un 2% del total de agua regulada, pero es agua de boca y limpieza. Se puede establecer cuál es esta necesidad que es mínima, pero nunca establecer un porcentaje de reducción, ya que ello es la muerte del animal. El agua en la ganadería tiene el mismo sentido que el agua mínima para conservar la vida de los árboles frutales

6. Simplificación

En este tema parece que se harán esfuerzos y se dilatará el cumplimiento del cuaderno digital. La excesiva burocracia tiene consecuencias directas en la competitividad del sector, es una causa de desánimo y abandono de pequeñas explotaciones familiares con un incremento subsiguiente del desequilibrio en la cadena alimentaria. Es necesario un cambio cultural hacia la simplificación. Apostar un poco más por la confianza, utilizar eficazmente los sistemas digitales integrando toda la información, ventana única y único dato al sistema, dato que no hay que repetir cuando el sistema ya la tiene.

Finalmente, quiero comentar que los campesinos tienen mucha razón, pero conviene que no la pierdan con acciones desafortunadas. Lanzar alegremente los tomates de Marruecos es un error y una estupidez. Del mismo modo cuando los franceses tiran nuestra fruta. Estas acciones totalmente censurables atacan directamente la línea de flotación de los equilibrios democráticos de la Unión Europea

El día después de las protestas (viaempresa.cat)

El sector mas afectado por la subida del SMI, el sector agricola

el incremento de costes de producción, afecta a la productividad y renta per cápita


El malestar del campo (I): Tecnología y sostenibilidad*

Las consecuencias medioambientales de la “reubicación sectorial” del empleo en la agricultura son enormes.  

La tecnología agrícola tiene otra propiedad: en general, tiene un rígido time to build

Una de las consecuencias de la adopción de estas técnicas intensivas es que ha dado lugar a una distribución de la propiedad muy heterogénea. Una multitud de pequeños agricultores convive con grandes empresas. Las grandes empresas, como en cualquier sector, tienen más músculo financiero para hacer frente al ciclo económico y todo tipo de contingencias. Esto, al parecer, es especialmente el caso en el olivo. La demanda mundial de aceite de oliva está aumentando y esto favorece la aparición de grandes inversores en el sector. Los efectos de la falta de competencia son los mismos que los de cualquier sector, por lo que es muy necesario aplicar políticas de forma muy fina, atendiendo al tamaño y el tipo de cultivo.

Actualmente en la UE, el sector agropecuario es responsable del 13% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los hogares son responsables del 24%, la producción de energía del 19% y transporte del 10%. Las nuevas regulaciones de la UE pretenden impulsar la adaptación al cambio climático. Todo esto tiene una traducción clara de aumento de costes, que es tanto más onerosa en las pequeñas explotaciones. Esto, además, sucede en un momento de crisis energética. La tormenta perfecta. 

Las protestas que estamos viendo son una mezcla de dos cosas. Por un lado, una genuina resistencia a dejar de usar una tecnología, a pesar de saber las tremendas externalidades negativas que tiene. Por otro lado, una queja razonable de los pequeños productores por la falta de competencia en el sector. Hay que separar con cuidado ambas para poder atajar la situación y centrar las energías en los cambios necesarios en el sector con una distribución justa de sus costes.

La tecnología intensiva ha traído riqueza al campo. También ha permitido tener una oferta agropecuaria variada y a precios razonables. Las externalidades de este modelo de producción son enormes y de muy largo plazo. La cuestión no es cómo evitar los costes que nos impone el daño medioambiental que producen, porque no podemos.

 Antonia Díaz 

  La solución a los problemas del campo pasa por una mayor apertura comercial. El sector primario europeo es muy productivo y sería también muy competitivo si le quitan los grilletes de la híper regulación 

La huelga de agricultores y ganaderos sigue su curso en diferentes partes de Europa sin que todavía se haya llegado a un acuerdo. En España la cosa se ha complicado porque a los agricultores se sumaron hace tres días los transportistas. Este lunes fue el primer día de paro indefinido de ambos sectores, lo que ocasionó problemas en algunas carreteras. Durante el fin de semana los agricultores trataron en vano de entrar en Madrid, pero la policía se lo impidió. Tenían previstas también movilizaciones en Valladolid, donde se celebraba la ceremonia de entrega de los premios Goya, pero también les fue imposible acceder al centro de la ciudad.

Lo que los agricultores piden ya lo vimos a grandes rasgos en La ContraCrónica del jueves pasado y de ahí no se han movido. Sienten que su trabajo peligra por la excesiva regulación proveniente de la Unión Europea y por la competencia que llega de países extracomunitarios cuyos agricultores no están sometidos a los mismos requisitos de producción. Algunos partidos han aprovechado para reclamar medidas proteccionistas que cierren el mercado agrícola europeo mediante elevados aranceles y la exigencia de cumplir la misma regulación para todos los que quieran acceder a él.

El hecho es que, si bien en Europa hay explotaciones agrarias que no podrían sobrevivir sin subsidios y protecciones, otras no necesitan nada de eso, de hecho, ambos les esclavizan y les restan competitividad. En muchos países de Europa, beneficiados por un clima templado y propicio para la agricultura, el sector agroalimentario es extraordinariamente competitivo. Al clima se une la tecnificación de las explotaciones y la pericia de sus profesionales. España, por ejemplo, tiene una balanza comercial positiva. En 2022 el sector primario exportó por valor de 68.000 millones de euros mientras que las importaciones fueron de 54.000 millones.

Los agricultores españoles se benefician de la apertura comercial dentro de la Unión Europea adónde van dirigidos dos tercios de sus exportaciones. Más allá lo tienen más difícil a causa de las regulaciones impuestas por Bruselas, buena parte de ellas absurdas y que lo único que consiguen es encarecer la producción cuando no directamente impedirla. Tratan de compensarlo con subsidios y eso empeora aún más la situación. Sin los grilletes de la hiperrregulación los agricultores europeos y, más concretamente, los españoles podrían conquistar mercados en todo el mundo ya que su productividad y eficiencia es muy alta. El sector primario español es cuatro veces más productivo que el del norte de África y once veces más productivo que el del resto del mundo. Números similares tienen los agricultores italianos o alemanes.

¿Tiene futuro la agricultura europea? - Fernando Díaz Villanueva (diazvillanueva.com)

Agricultura-productividad J.C.Diez

El campo español necesita un plan de reestructuración como sucedió con los astilleros y la siderurgia en los años ochenta

El sector agrícola español tiene una productividad por trabajador el doble que el promedio europeo y cuatro veces mayor que la de Marruecos y el Norte de África. Pero es dual, hay empresas y cooperativas extremamente eficientes, como la de las cerezas del Jerte, el mayor productor de frutas de hueso de Europa, que conviven con pequeños minifundios y cooperativas muy ineficientes. 

Lecciones de la protesta agrícola 

Las recientes protestas de los agricultores –no muy distintas en España de las vividas en otros países europeos– son una seria llamada de atención a los gobiernos sobre los errores a la hora de diseñar algunas medidas de política económica y medioambiental. De las protestas podemos extraer al menos seis lecciones.

La primera lección es el error de haber planteado el Green Deal o Pacto Verde Europeo como una especie de paraíso en el que todo sería verde y habría múltiples oportunidades de negocio, cuando la realidad es mucho más compleja: la transición verde, aun siendo necesaria e inevitable, es un shock estructural de primer orden, en el que la supervivencia de las empresas ante los cambios que se avecinan dependerá en gran medida de su tamaño, su flexibilidad y su tecnología.

Como ya advertimos en un artículo de hace tres años, los errores en el debate público sobre la transición verde se asemejan demasiado a los del debate de los años 90 del siglo pasado sobre la globalización. Esta tiene grandes ventajas (en términos de ampliación de mercado, optimización de inputs y aprovechamiento de economías de escala), pero también grandes riesgos (incremento de la competencia y dificultad de supervivencia de las empresas más pequeñas y menos flexibles). La ocultación de estos costes por parte de los líderes políticos de entonces llevó a comienzos de este siglo a una peligrosa reacción pendular antiglobalización, de modo que hoy resulta muy difícil hablar a los ciudadanos de las indudables ventajas del comercio. Pues bien, con la transición verde está ocurriendo algo similar: el foco del debate público sobre sus ventajas y el paso de puntillas sobre sus indudables costes está provocando una agria reacción por parte de los perdedores de la transición verde. No aprendemos: dulcificar la realidad acaba pasando factura política.

De hecho, la segunda lección se deriva de los problemas para convencer a la población (e incluso a algunos líderes) de las ventajas de determinados acuerdos comerciales como el Acuerdo UE-Mercosur, sobre el que se han dicho muchas mentiras, incluida la idea de que era malo para el medio ambiente, olvidando sus grandes ventajas (ya tratadas en otro artículo) y permitiendo que los mensajes proteccionistas procedentes de Francia calen en suelo español. Algunos líderes gritan “no al acuerdo de Mercosur” como si con ello fueran a garantizar la supervivencia del negocio agrícola a medio plazo. El proteccionismo arancelario nunca es una solución duradera.

Sería ridículo que llevemos varios años peleándonos con un país avanzado como el Reino Unido por su regulación sanitaria y fitosanitaria si no nos importara la calidad de los productos de países terceros

La tercera lección es la facilidad con las que calan determinados mensajes falsos, como la idea de que los productos agrícolas de países terceros entran sin cumplir los requisitos sanitarios y fitosanitarios europeos. Esto no es posible –más allá de contadas excepciones– porque la credibilidad de la UE como mercado depende en gran medida del rigor en el cumplimiento de sus controles de entrada para garantizar la seguridad y la salud de los ciudadanos. Sería ridículo que llevemos varios años peleándonos con un país avanzado como el Reino Unido por su regulación sanitaria y fitosanitaria si no nos importara la calidad de los productos de países terceros. La Comisión debería luchar contra la desinformación e incentivar a los Estados miembros a mostrar cómo sus inspecciones en frontera de productos agroalimentarios garantizan el estricto cumplimiento de la regulación europea. Si no nos ponemos estrictos a la hora de contrarrestar estas ideas, las excusas de que “nuestros productos son seguros y los de otros países no” terminarán estallando dentro del propio mercado único. Se empieza diciendo que los productos marroquíes no cumplen los requisitos europeos (como excusa para volcar sus camiones) y se termina escuchando a la exministra de Medio ambiente de Francia, Ségolène Royal, acusando a los tomates españoles de ser “falsos bio” y de ser “incomestibles” (como excusa para volcar los nuestros). Cuidado con el nacionalismo proteccionista, que no tiene límite.

El ahorro de agua, el uso de tecnologías más eficientes y ecológicas, e incluso la gestión de la pesada burocracia, son mucho más sencillas para una empresa grande y tecnificada

La cuarta lección es no haber promovido (tanto desde la Comisión como desde los Estados miembros) un adecuado dimensionamiento de la agricultura. La escasa rentabilidad de muchas explotaciones agrícolas no solo tiene que ver con los poderosos distribuidores, sino también con el escaso tamaño de las empresas agrícolas y la insuficiente aglutinación de sus intereses. Contra una demanda concentrada y poderosa, la solución no son precios intervenidos, sino una oferta concentrada y poderosa. El ahorro de agua, el uso de tecnologías más eficientes y ecológicas, e incluso la gestión de la pesada burocracia, son mucho más sencillas para una empresa grande y tecnificada. Promover el crecimiento y tecnificación de las empresas agrícolas es probablemente la mejor forma de mejorar su productividad y, por ende, su rentabilidad.

La quinta lección es el riesgo de la inconsistencia sobre la credibilidad de la transición verde. La presidenta de la Comisión anunció el 6 de febrero la retirada de una ley que pretendía reducir el uso de pesticidas en toda la UE, mostrando una imagen de fragilidad (evidentemente vinculada al ciclo electoral europeo) que puede sentar un peligroso precedente. Los mensajes y los anuncios deben ser consistentes, o se corre el riesgo de que el Pacto Verde europeo pase a ser un juego de lobbies a ver quién es más fuerte. Es importante que cada medida vaya precedida de una preparación adecuada de cara a los perjudicados para que, una vez adoptada, no tenga marcha atrás, evitar que las decisiones técnicas se mezclen con la ideología y ser coherentes. Muchos firmes defensores de la necesidad de la transición verde no acaban de entender medidas como el cierre de las nucleares y su sustitución por centrales de carbón o gas en un contexto de urgente reducción de emisiones, lo que hace pensar que algunas emergencias están en la escala de prioridades por debajo de determinados prejuicios.

Vender un mundo feliz

La sexta y última lección es la dificultad de traducir a la práctica los difusos conceptos de “autonomía estratégica” o “seguridad económica”. Garantizar para Europa un adecuado suministro de productos agrícolas a precios razonables requiere decisiones mucho más complejas de las hasta ahora adoptadas: mejorar la productividad de las empresas y convencer a los ciudadanos de que no se puede promover la producción nacional o consumir productos biológicos sin pagar precios mucho más caros. 

Eso es complicado. 

Ahora bien, mucho cuidado: si nos limitamos a seguir vendiendo un mundo feliz y a exigir a las pequeñas empresas agrícolas que asuman sin rechistar mayores costes de energía y electricidad y regulaciones cada vez más exigentes, estaremos abriendo la puerta a partidos populistas que defiendan otro mundo feliz… igualmente falso. No hay transición verde sin costes, ni tampoco ausencia de transición verde sin costes.

  • https://www.vozpopuli.com/opinion/lecciones-protesta-agricola.html

 https://nadaesgratis.es/antonia-diaz/el-malestar-del-campo-i-tecnologia-y-sostenibilidad 

https://articulosclaves.blogspot.com/2024/02/el-malestar-del-campo-i-tecnologia-y.html

https://articulosclaves.blogspot.com/2024/02/los-agricultores-necesitan-mas-tiempo.html

https://articulosclaves.blogspot.com/2024/02/tractores-que-roturan-europa.html

Holanda es el modelo Enero 2021

El rendimiento en la producción de tomates en Holanda es 6 veces mayor al de España

Según los datos procedentes de Faostat, el organismo de estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el año 2018 se produjeron en el mundo 182.258,02 millones de kilos de tomate alcanzando el récord histórico en la producción de esta hortaliza, en una superficie total de 4.762.129 hectáreas, con un rendimiento medio de 3,83 kg/m².
 
Del análisis de las estadísticas ofrecidas por la FAO se deduce que el rendimiento por metro cuadrado utilizado para cultivar tomate en Marruecos supera al conseguido por término medio en España, y el de los Países Bajos multiplica por seis al de España. En 2018 España produjo una media de 8,5 kg/m² de tomate, 8,83 kg/m² en Marruecos, mientras que en los invernaderos neerlandeses se alcanzó la cifra de 50,89 kg/m².

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